martes, 24 de julio de 2012

Crónica de viaje


La gran aventura

En una fría mañana de domingo, a las 4:30am, estaba oscuro y una espesa neblina no hacia el clima favorable para dar inicio a la actividad. Hacía bochorno en nuestras carpas, la confusión nos envolvía pues no sabíamos si ponernos saco o algo ligero, mis compañeras y yo sin saber que hacer, después de un tiempo decidimos irnos abrigadas y preparadas para ver cuanta fauna podríamos ver.

Dimos inicio a la actividad con una pequeña inducción por parte de los guías, entre palabras y sonidos de la naturaleza nuestros ojos se cerraban adormeciendo nuestros sentidos, preocupando a los profesores pues no contábamos con una actitud adecuada para llevar a término la actividad teniendo en cuenta las recomendaciones que habían sido dadas al principio.
Nos dividimos en pequeños grupos y nos asignaron guías para el recorrido, después de aproximadamente cuarenta minutos, en medio de los árboles frondosos que direccionaban el camino del sendero escuchamos el cantar de un ave y seguimos su sonoro canto, finalmente hayamos el ave que nos conquisto con su melodía descubrimos que era un trepatroncos, él profesor Andrés en medio de su emoción exclamó. ¡¿Muchachos si lo vieron?!
Luego de un largo recorrido nuestros estómagos empezaron hacer ruido extraños y en medio de murmullos mis compañeros y yo expresábamos el hambre que teníamos, regresando del recorrido legamos directamente al comedor donde nos tenían preparado el desayuno con el que finalmente complaceríamos nuestras ganas de comer.


Después de unas horas nos dirigimos al lugar donde comenzaríamos a vivir realmente las aventuras por las cuales nos habíamos trasladado a esta zona tan alejada de nuestra ciudad; la escalada en roca y el rapel las primeras actividades de nuestro turismo de aventura y unas de las más esperadas. Nos asignaron un guía, quien era el encargado de instruirnos en la manera adecuada en que se deberían realizar estos deportes de una manera, brindándonos confianza y seguridad en el como guía y en nosotros mismos para lograr realizar esta actividad, dándonos el equipo necesario para el acenso a la roca, entre murmullos el guía me hacia entender que pocos de nosotros lograríamos el objetivo, llegamos, al lugar de los hechos y una compañera segura y dispuesta dijo ¡yo seré la primera! La miramos con cara de asombro y dudando que lo lograría, ella seguía en pie con su decisión y sin conocimiento alguno se coloco el equipo y comenzó a subir por esa pared rocosa como araña y sin ninguna dificultad, viendo la agilidad que tenía mi compañera, con susto y emoción pensaba en que también lo podía lograr. Luego de que ya varios compañeros subieron con facilidad, me llene de seguridad y confiando en mis capacidades decidí enfrentar mis temores. Procedí, a subir y al cabo de unos segundos, estaba a una altura de dos metros, me sentí cansada y asustada y así entendí que no era tan fácil como lo veía, pensaba en que si los demás habían podido yo también sería capaz de lograrlo, saqué fuerzas de mi agotado cuerpo y con más facilidad subí.


Estando arriba sentí adrenalina. Suspiré llena satisfacción, por haber vencido esos temores. Estando allí me encontré con un compañero que le temía a las alturas y estaba muy asustado por la parte que seguía y que debía hacer porque era la única manera de descender, me cedió el puesto y yo con malicia no aceptaba porque quería ver el como lo hacia y así reírme un poquito mas, lo que continuaba era aún más extremo, la única manera de bajar de allí era el papel. Luego que mi compañero venció su miedo yo desde las alturas veía como descendía, muy angustiado pero aún así, no le dije nada. Los que estaban en los bajos le daban gritos de aliento y de esa manera terminó con éxito ese gran reto. Continuaba yo con una pequeña adrenalina en mi estómago y tratando de jugar con las cuerdas para hacerlo aún más fácil. Mis compañeros emocionados me indicaban a gritos como hacerlo más fácil y finalmente bajé con gran agilidad y facilidad venciendo esos pocos temores que aún no demostraba y que quedaban en mi.     

Luego de esperar bastante tiempo a que mis compañeros vencieran sus miedos, algunos de ellos los invadió el temor y no los dejo continuar, en medio de risas, sustos y gritos el profesor Andrés se escondía entre nosotros, él pensaba que nosotros no nos acordábamos de él y no era así, él era uno más de esos que le temía a la actividad pero con gritos y risas él quería dejar el nombre de los profesores en alto. Con empujoncitos y demás cosas empezó a subir y yo desde abajo lo miraba. Simplemente me reía de su poca agilidad, pero finalmente lo logro con  éxito.
Pasando cada uno por la actividad de aventura que se desenvolvió, y haberlo realizado con gran éxito vienen las risas, gritos y comentarios entre todos y dejando una fotografía como recuerdo del lugar, actividad y las personas que conformábamos el grupo de esta pequeña aventura.

Era ya hora del almuerzo y todos muy ansiosos y agotados queríamos recargar energías, descrestándonos con un delicioso de arroz con pollo y terminando exquisito plato, nuevamente con todas las energías recargadas para seguir en las aventuras que aún nos esperaban.
Después de pasadas horas  seguimos con las actividades, en medio de candente sol que azotaba la zona, dimos inicio a una larga caminata en medio de montaña. Un obstáculo más para nuestro trayecto, el agotamiento se iba apoderando nuevamente de nuestros cuerpos, el sudor salía y humedecía nuestra piel, estábamos más sudados que “gordo en maratón”. El profesor Andrés un poco agotado y desesperado por el calor le tiraba sátiras a su casco porque lo hacía sudar más de lo normal.
Llegando al objetivo de la actividad, el guía, al vernos tan agotados, nos dio un ejercicio de respiración, al parecer nos veía muy flojos para aguantar lo que nos  esperaba y nos dio algunas recomendaciones para seguir interactuando con el mundo natural, lleno de riquezas de flora y fauna. En el transcurso del trayecto nos encontramos nacimientos de aguas donde me refresque en compañía de algunos compañeros. Uno de ellos se sentó en una pequeña roca para observarnos, cuando de pronto hace un mal movimiento y se encuentra con una pequeña mascota en su brazo, un gusano peligroso, e inmediatamente corren a aplicarle un poco de limón para la infección, nos preocupamos por lo que podría pasar al ver la gravedad que este pequeño amigo podría causar. Pero sin ningún otro percance terminamos el recorrido.

Después de pocos minutos  el guía se acerca a nosotros para advertirnos que lo que continuaba era aún mas agotador y que debíamos de tener todas las energías, no faltaban los quejambrosos que exclamaban “no puedo más” y con mala caras les tocaba seguir su camino sin vuelta atrás.
Continuábamos con el camino muchos compañeros se nos adelantaron y los mas despaciosos nos quedamos de últimos incluyendo el profesor Andrés, un largo recorrido, pasando muchos obstáculos, el camino lleno de rocas, sin poder llegar al objetivo, seguíamos caminando y nosotros sin saber cuánto nos faltaba más adelante el profesor nuevamente tirándole sátiras a su casco pero luego el mismo lo salva de un gran golpe en su cabeza, él ya agradecido dice “hay yo si quiero mucho este casco” y finalmente llegamos al objetivo, cuando de repente nos sorprende una maravilla de la naturaleza una hermosa cascada, donde tomamos un refrescante chapuzón. Cuando pensábamos que por fin habíamos pasado lo más difícil, quedamos anonadados con la aventura que seguía; era aún mas fuerte pues la profesora Magda, que también hacia parte de nuestro grupo de aventureros, le temía a lo que seguía. Pero mis compañeros y yo, con gritos de aliento le dábamos ánimos para que subiera por esa pared de roca acompañada de una pequeña cascada que bajaba  por ella y finalmente con algunas dificultades  lo logró. Pero de ahí seguía yo con un poco de nervios dudando de mis capacidades, pero al ser más delgada era un punto a favor y con mi agilidad se hacía aún más fácil la escalada. Después de pasados varios minutos logré llegar a la cumbre, donde allí nos esperaba una deliciosa limonada.
Pocos minutos después el Señor Andrés Giraldo nos da la magnífica noticia que iríamos a realizar canopy, sin importar el cansancio que nuestros cuerpos reflejaban, pero aún así continuábamos con un ánimo más desgastado para terminar esta gran aventura. Llegando al lugar de los hechos cuando ya estábamos a punto de lanzarnos al vacío algunas compañeras exclamaban ¡yo nunca he hecho esto! Con un poco de nervios pero sin vuelta atrás nos decidimos a lanzarnos; al estar cruzando ese largo abismo la adrenalina se aumentaba, los latidos de nuestros corazones se aceleraban un poco más y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos en el otro extremo. Nos damos cuenta que aún la adrenalina no terminaba pues el regreso era mucho peor, debíamos cruzar un largo puente  que se conformaba por varias cuerdas. Yo con la picardía que no se alejaba de mi, iba tras dos compañeras las cuales las invadía el pánico en medio de las alturas e inmediatamente se me activa la malicia y decido saltar para aumentar el pánico de mis compañeras, ellas muy asustadas empiezan a gritar de una forma desesperada y decían ¡Mónica por favor no salte mas, tengo mucho susto! Y yo no les creía nada de lo que ellas gritaban y continúe saltando, al ver que se pasmaron en medio del puente e iniciaron a parar el canopy, yo como las iba alcanzando decidí parar ya que las  notaba con una voz de llanto y di paso a animarlas, después de pocos minutos dieron fin a esta inolvidable experiencia. Luego de algunos segundos nuevamente nos lanzamos en el canopy de regreso al comedor y dimos inicio a la cena.
Horas después nos reúnen para finalizar esta gran aventura, era el peor miedo de todos el cual fue la exploración de las cuevas. Llegando a aquel lugar misterioso del que muy pocos teníamos conocimiento. El guía dio inicio a las recomendaciones y precauciones que debíamos tener en cuenta. Segundos después iniciamos la exploración donde podíamos ver poco ya que las luces de nuestras linternas alumbraban de una manera muy leve, luego de vencer esos temores y cruzar los obstáculos, el profesor Andrés me reta a tener que pasar por lugares con caminos muy estrechos que dificultaban la respiración a medida que nos internábamos en ellos por el poco espacio que teníamos para pasar y por lo adentro que ya nos encontrábamos, finalmente logramos cruzar esos pequeños obstáculos pensando que esta travesía llegaría a su fin, del cual nos dimos cuenta que no era así, pues empezamos a desesperarnos un poco y a odiar nuestros cascos sin tener conocimiento de lo que ellos podrían hacer por nosotros puesto que estos nos salvaron de que nos pasara algo en nuestra cabeza ya que varios nos golpeáramos con rocas, en ese momento entendimos la importancia y lo valioso que era llevarlos con nosotros.


Al llegar a una zona muy estrecha nos dividieron en varios grupos ya que varios compañeros decían que no iban a ser capaces de pasar por ahí. Esto lo hicieron con el fin de ponerle cierto grado de dificultad a las diferentes zonas de la cueva y no todos eran aptos para el nivel que esta exigía, en un nivel más alto de la cueva todo empezaba hacerse más pequeño lo cual era incómodo y difícil ya que teníamos que arrastrarnos por suelos rocosos y finalmente cumplí todos los recorridos  de la cueva. Me llene de satisfacción pues muchos dudaban de mis capacidades para lograr los objetivos propuestos.
Jamás llegué a pensar que este día iba a ser tan significativo e inolvidable para mí, ya que vencí muchos miedos y temores que estaban  ocultos en mi cuerpo y finalmente terminé este gran día agotada pero muy a gusto de aquellas experiencias vividas.

  

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