La
gran aventura
En una fría mañana de
domingo, a las 4:30am, estaba oscuro y una espesa neblina no hacia el clima
favorable para dar inicio a la actividad. Hacía bochorno en nuestras carpas, la
confusión nos envolvía pues no sabíamos si ponernos saco o algo ligero, mis
compañeras y yo sin saber que hacer, después de un tiempo decidimos irnos abrigadas
y preparadas para ver cuanta fauna podríamos ver.
Dimos inicio a la actividad
con una pequeña inducción por parte de los guías, entre palabras y sonidos de la
naturaleza nuestros ojos se cerraban adormeciendo nuestros sentidos,
preocupando a los profesores pues no contábamos con una actitud adecuada para
llevar a término la actividad teniendo en cuenta las recomendaciones que habían
sido dadas al principio.
Nos dividimos en pequeños
grupos y nos asignaron guías para el recorrido, después de aproximadamente
cuarenta minutos, en medio de los árboles frondosos que direccionaban el camino
del sendero escuchamos el cantar de un ave y seguimos su sonoro canto, finalmente
hayamos el ave que nos conquisto con su melodía descubrimos que era un
trepatroncos, él profesor Andrés en medio de su emoción exclamó. ¡¿Muchachos si
lo vieron?!
Luego de un largo recorrido
nuestros estómagos empezaron hacer ruido extraños y en medio de murmullos mis
compañeros y yo expresábamos el hambre que teníamos, regresando del recorrido
legamos directamente al comedor donde nos tenían preparado el desayuno con el
que finalmente complaceríamos nuestras ganas de comer.
Después de unas horas nos dirigimos
al lugar donde comenzaríamos a vivir realmente las aventuras por las cuales nos
habíamos trasladado a esta zona tan alejada de nuestra ciudad; la escalada en
roca y el rapel las primeras actividades de nuestro turismo de aventura y unas
de las más esperadas. Nos asignaron un guía, quien era el encargado de
instruirnos en la manera adecuada en que se deberían realizar estos deportes de
una manera, brindándonos confianza y seguridad en el como guía y en nosotros
mismos para lograr realizar esta actividad, dándonos el equipo necesario para
el acenso a la roca, entre murmullos el guía me hacia entender que pocos de
nosotros lograríamos el objetivo, llegamos, al lugar de los hechos y una
compañera segura y dispuesta dijo ¡yo seré la primera! La miramos con cara de
asombro y dudando que lo lograría, ella seguía en pie con su decisión y sin
conocimiento alguno se coloco el equipo y comenzó a subir por esa pared rocosa
como araña y sin ninguna dificultad, viendo la agilidad que tenía mi compañera,
con susto y emoción pensaba en que también lo podía lograr. Luego de que ya
varios compañeros subieron con facilidad, me llene de seguridad y confiando en
mis capacidades decidí enfrentar mis temores. Procedí, a subir y al cabo de
unos segundos, estaba a una altura de dos metros, me sentí cansada y asustada y
así entendí que no era tan fácil como lo veía, pensaba en que si los demás
habían podido yo también sería capaz de lograrlo, saqué fuerzas de mi agotado cuerpo
y con más facilidad subí.
Estando arriba sentí adrenalina.
Suspiré llena satisfacción, por haber vencido esos temores. Estando allí me
encontré con un compañero que le temía a las alturas y estaba muy asustado por
la parte que seguía y que debía hacer porque era la única manera de descender,
me cedió el puesto y yo con malicia no aceptaba porque quería ver el como lo
hacia y así reírme un poquito mas, lo que continuaba era aún más extremo, la
única manera de bajar de allí era el papel. Luego que mi compañero venció su
miedo yo desde las alturas veía como descendía, muy angustiado pero aún así, no
le dije nada. Los que estaban en los bajos le daban gritos de aliento y de esa
manera terminó con éxito ese gran reto. Continuaba yo con una pequeña
adrenalina en mi estómago y tratando de jugar con las cuerdas para hacerlo aún
más fácil. Mis compañeros emocionados me indicaban a gritos como hacerlo más
fácil y finalmente bajé con gran agilidad y facilidad venciendo esos pocos temores
que aún no demostraba y que quedaban en mi.
Luego de esperar bastante
tiempo a que mis compañeros vencieran sus miedos, algunos de ellos los invadió
el temor y no los dejo continuar, en medio de risas, sustos y gritos el
profesor Andrés se escondía entre nosotros, él pensaba que nosotros no nos
acordábamos de él y no era así, él era uno más de esos que le temía a la
actividad pero con gritos y risas él quería dejar el nombre de los profesores
en alto. Con empujoncitos y demás cosas empezó a subir y yo desde abajo lo
miraba. Simplemente me reía de su poca agilidad, pero finalmente lo logro con éxito.
Pasando cada uno por la
actividad de aventura que se desenvolvió, y haberlo realizado con gran éxito
vienen las risas, gritos y comentarios entre todos y dejando una fotografía
como recuerdo del lugar, actividad y las personas que conformábamos el grupo de
esta pequeña aventura.
Era ya hora del almuerzo y
todos muy ansiosos y agotados queríamos recargar energías, descrestándonos con
un delicioso de arroz con pollo y terminando exquisito plato, nuevamente con
todas las energías recargadas para seguir en las aventuras que aún nos
esperaban.
Después de pasadas horas seguimos con las actividades, en medio de
candente sol que azotaba la zona, dimos inicio a una larga caminata en medio de
montaña. Un obstáculo más para nuestro trayecto, el agotamiento se iba
apoderando nuevamente de nuestros cuerpos, el sudor salía y humedecía nuestra
piel, estábamos más sudados que “gordo en maratón”. El profesor Andrés un poco
agotado y desesperado por el calor le tiraba sátiras a su casco porque lo hacía
sudar más de lo normal.
Llegando al objetivo de la
actividad, el guía, al vernos tan agotados, nos dio un ejercicio de
respiración, al parecer nos veía muy flojos para aguantar lo que nos esperaba y nos dio algunas recomendaciones
para seguir interactuando con el mundo natural, lleno de riquezas de flora y
fauna. En el transcurso del trayecto nos encontramos nacimientos de aguas donde
me refresque en compañía de algunos compañeros. Uno de ellos se sentó en una
pequeña roca para observarnos, cuando de pronto hace un mal movimiento y se
encuentra con una pequeña mascota en su brazo, un gusano peligroso, e
inmediatamente corren a aplicarle un poco de limón para la infección, nos
preocupamos por lo que podría pasar al ver la gravedad que este pequeño amigo
podría causar. Pero sin ningún otro percance terminamos el recorrido.
Después de pocos
minutos el guía se acerca a nosotros
para advertirnos que lo que continuaba era aún mas agotador y que debíamos de
tener todas las energías, no faltaban los quejambrosos que exclamaban “no puedo
más” y con mala caras les tocaba seguir su camino sin vuelta atrás.
Continuábamos
con el camino muchos compañeros se nos adelantaron y los mas despaciosos nos
quedamos de últimos incluyendo el profesor Andrés, un largo recorrido, pasando
muchos obstáculos, el camino lleno de rocas, sin poder llegar al objetivo,
seguíamos caminando y nosotros sin saber cuánto nos faltaba más adelante el
profesor nuevamente tirándole sátiras a su casco pero luego el mismo lo salva
de un gran golpe en su cabeza, él ya agradecido dice “hay yo si quiero mucho
este casco” y finalmente llegamos al objetivo, cuando de repente nos sorprende
una maravilla de la naturaleza una hermosa cascada, donde tomamos un
refrescante chapuzón. Cuando pensábamos que por fin habíamos pasado lo más
difícil, quedamos anonadados con la aventura que seguía; era aún mas fuerte
pues la profesora Magda, que también hacia parte de nuestro grupo de
aventureros, le temía a lo que seguía. Pero mis compañeros y yo, con gritos de
aliento le dábamos ánimos para que subiera por esa pared de roca acompañada de
una pequeña cascada que bajaba por ella
y finalmente con algunas dificultades lo
logró. Pero de ahí seguía yo con un poco de nervios dudando de mis capacidades,
pero al ser más delgada era un punto a favor y con mi agilidad se hacía aún más
fácil la escalada. Después de pasados varios minutos logré llegar a la cumbre,
donde allí nos esperaba una deliciosa limonada.
Pocos minutos
después el Señor Andrés Giraldo nos da la magnífica noticia que iríamos a
realizar canopy, sin importar el cansancio que nuestros cuerpos reflejaban,
pero aún así continuábamos con un ánimo más desgastado para terminar esta gran
aventura. Llegando al lugar de los hechos cuando ya estábamos a punto de
lanzarnos al vacío algunas compañeras exclamaban ¡yo nunca he hecho esto! Con
un poco de nervios pero sin vuelta atrás nos decidimos a lanzarnos; al estar
cruzando ese largo abismo la adrenalina se aumentaba, los latidos de nuestros
corazones se aceleraban un poco más y en un abrir y cerrar de ojos ya estábamos
en el otro extremo. Nos damos cuenta que aún la adrenalina no terminaba pues el
regreso era mucho peor, debíamos cruzar un largo puente que se conformaba por varias cuerdas. Yo con
la picardía que no se alejaba de mi, iba tras dos compañeras las cuales las
invadía el pánico en medio de las alturas e inmediatamente se me activa la
malicia y decido saltar para aumentar el pánico de mis compañeras, ellas muy
asustadas empiezan a gritar de una forma desesperada y decían ¡Mónica por favor
no salte mas, tengo mucho susto! Y yo no les creía nada de lo que ellas
gritaban y continúe saltando, al ver que se pasmaron en medio del puente e
iniciaron a parar el canopy, yo como las iba alcanzando decidí parar ya que las notaba con una voz de llanto y di paso a
animarlas, después de pocos minutos dieron fin a esta inolvidable experiencia.
Luego de algunos segundos nuevamente nos lanzamos en el canopy de regreso al
comedor y dimos inicio a la cena.
Horas después
nos reúnen para finalizar esta gran aventura, era el peor miedo de todos el
cual fue la exploración de las cuevas. Llegando a aquel lugar misterioso del
que muy pocos teníamos conocimiento. El guía dio inicio a las recomendaciones y
precauciones que debíamos tener en cuenta. Segundos después iniciamos la exploración
donde podíamos ver poco ya que las luces de nuestras linternas alumbraban de
una manera muy leve, luego de vencer esos temores y cruzar los obstáculos, el
profesor Andrés me reta a tener que pasar por lugares con caminos muy estrechos
que dificultaban la respiración a medida que nos internábamos en ellos por el
poco espacio que teníamos para pasar y por lo adentro que ya nos encontrábamos,
finalmente logramos cruzar esos pequeños obstáculos pensando que esta travesía
llegaría a su fin, del cual nos dimos cuenta que no era así, pues empezamos a
desesperarnos un poco y a odiar nuestros cascos sin tener conocimiento de lo
que ellos podrían hacer por nosotros puesto que estos nos salvaron de que nos
pasara algo en nuestra cabeza ya que varios nos golpeáramos con rocas, en ese
momento entendimos la importancia y lo valioso que era llevarlos con nosotros.
Al llegar a una
zona muy estrecha nos dividieron en varios grupos ya que varios compañeros
decían que no iban a ser capaces de pasar por ahí. Esto lo hicieron con el fin
de ponerle cierto grado de dificultad a las diferentes zonas de la cueva y no
todos eran aptos para el nivel que esta exigía, en un nivel más alto de la
cueva todo empezaba hacerse más pequeño lo cual era incómodo y difícil ya que
teníamos que arrastrarnos por suelos rocosos y finalmente cumplí todos los
recorridos de la cueva. Me llene de satisfacción
pues muchos dudaban de mis capacidades para lograr los objetivos propuestos.
Jamás llegué a pensar
que este día iba a ser tan significativo e inolvidable para mí, ya que vencí
muchos miedos y temores que estaban
ocultos en mi cuerpo y finalmente terminé este gran día agotada pero muy
a gusto de aquellas experiencias vividas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario